Instrúyeme, Señor en tus leyes (Sal 118)

domingo, 30 de octubre de 2022

NOTAS SOBRE LA FUNDACIÓN DEL CEMENTERIO


En este año, como así lo recuerda la inscripción sobre su antigua puerta, se cumple el Centenario del Cementerio de Sangonera la Seca (1922-2022). Aprovechando esta importante ocasión, nos gustaría presentar a dos de los ideólogos de este proyecto.

D. Miguel López Sánchez


Nacido en Alhama de Murcia en 1868, fue ordenado sacerdote en 1891. Fue el Cura Rector del Sagrado Corazón de Jesús, conocida popularmente como “Ermita Roca”, entre 1919-1935, convirtiéndose así en el primer sacerdote residente, pues anteriormente acudían atenderla desde El Palmar a celebrar los sacramentos. En 1919 recibe el legado testamentario de D. Gabriel Roca, por el que la ermita definitivamente deja de ser particular. Durante los 16 años que estuvo al frente de la emergente parroquia fundó las Congregaciones del Corazón de Jesús e Hijas de María y adquirió la casa rectoral.

Unos de los problemas con los que se encontró fue que sus feligreses para recibir sepultura tenían que desplazarse hasta el Cementerio de El Palmar o buscar otro emplazamiento, por supuesto también lejano. Hay que recordar que en aquellos momentos eran muy pocos los coches fúnebres y, por lo tanto, el desplazamiento con el féretro se tenía que realizar a pie.

Por ello vio conveniente que Sangonera la Seca también tuviese su propio cementerio. Tramitó los permisos en el obispado para la construcción, recibiendo para ello la licencia del Vicario General el 14 de marzo de 1922. La aprobación del primer reglamento y el permiso para que él mismo realizará la bendición fue por parte de D. Vicente Alonso y Salgado, Obispo de Cartagena, el 11 de septiembre de dicho año, y lo denominó Cementerio Parroquial Sagrado Corazón de Jesús, al igual que la rectoría a la que pertenecía. Por último, los permisos gubernamentales fueron concedidos el 5 de marzo de 1923. Y suponemos que los primeros enterramientos vendrían ya en 1924, tal y como lo atestiguan las lápidas más antiguas conservadas.



Tras la Guerra Civil, este sacerdote, ya anciano y enfermo, durante un tiempo recibió el encargo de ser Capellán de las monjas Clarisas de Mula, hasta que se retiró a su pueblo de Alhama, donde falleció en 1955.


D. Antonio Mayol Romero

Nacido en Sangonera la Seca en 1860, de oficio labrador, era conocido popularmente como el “Tío Lolo” y vivía en las inmediaciones de la Ermita Roca. Estuvo casado con María Navarro Guirao (1862-1952) y tuvieron por hijos a María, Ventura, Josefa y Pedro.

Fue el principal contribuyente en el proyecto del nuevo cementerio. Con la donación de un bancal de dos tahúllas de almendros, en la zona conocida como el “Aljibe de Moñino”, propició la posibilidad de que este proyecto tuviera un espacio físico.

Pronto se sumaron otras donaciones y limosnas, que permitieron levantar un muro de 2 metros y colocar una puerta de hierro. Se organizó el terreno, como era costumbre en la aquella época, por medio de un proyecto del arquitecto Sr. Rodríguez.

La familia de Antonio Mayol, tras su muerte en 1934 y, por supuesto, con su sepultura en el Cementerio Parroquial, siguió muy vinculada a la vida religiosa de la pedanía, como es el caso de su hijo Ventura Mayol Romero Navarro (1888-1975), hombre de carácter afable y de trato muy cercano, que llegó a ser alcalde pedáneo y realizó un papel muy importante tras la Guerra Civil, preocupándose de que hubiera trabajo en el pueblo y aliviando así la situación de muchas familias y consiguiendo, asimismo, con mucho esfuerzo, la recuperación de la Ermita del Roca. También actuó como medianero para la adquisición de la primera ampliación el Cementerio en 1945, y al constituirse la Junta Administrativa del Cementerio en 1955 desempeñó el papel de vicepresidente.

jueves, 20 de octubre de 2022

Testimonio de Sor Ángeles López Hernández, misionera Comboniana

 


Nací en la antigua finca de la Voz Negra hace 82 años (1940) y, al poco de nacer, mis padres me regalaron el bautismo en la Parroquia de Sangonera la Verde, de donde ellos eran originarios. Desde entonces ha cambiado mucho Sangonera la Seca. También conocí la construcción de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de Alcantarilla.

Mi vocación religiosa surgió de una forma inesperada. Conocía la revista “Mundo Negro”. Un día me decidí a escribirles, y me contestaron las misioneras comboninas. Me fui a conocerlas a Madrid y allí me quedé con ellas. Hice el noviciado en Italia, me formé como enfermera y al poco tiempo me destinaron a Egipto durante un año.

Luego volví a Italia para continuar mi formación y me destinaron a Mozambique donde he permanecido durante 50 años. He estado en varias misiones dentro de este país y la última ha sido la misión de Chipene, en la Diócesis de Nacala, al norte del país, donde he llegado a estar 30 años.



Al llegar a Mozambique comencé a trabajar en un hospital, este era de nuestra Congregación, pero más tarde el gobierno lo nacionalizó. En 1974 comenzó una guerra muy fuerte, que duro 16 años, mataron a mucha gente, incluso llegaron a matar a una misionera comboniana y a un padre, también comboniano. Estos sucesos, parecían más bien cosas accidentales, ni mucho menos la realidad que hemos vivido últimamente y en especial el pasado mes de septiembre, cuando destruyeron prácticamente todas las misiones de extranjeros de la Diócesis de Nacala.

La paz terminó hace unos 5 años, cuando comenzaron los grupos fundamentalistas. Antes vivíamos en armonía tanto con los musulmanes y con sectas, que las hay de muchas clases. Incluso he visto cómo dentro de una familia se practicaban distintas religiones. Yo solía ir a los funerales, y me gustaba ver cómo cada uno, desde su sitio, rezaba según su fe, había unidad y respeto entre todos.

Pero los grupos guerrilleros actuales son totalmente diferentes, y así lo comprobé el pasado 6 de septiembre cuando asaltaron la misión, asesinaron delante de mí a María de Coppi, hermana de mi comunidad, y a mí me llegaron a coger por el cuello. Estuvieron toda la noche destruyendo la misión. Uno de los asaltantes me dijo: “Hermana ¿no me conoces?”. Yo le dije que era de noche y no lo veía bien, pero él si me conocía, me sonrió y se fue a otro lugar, y me dejaron en paz. Durante el ataque teníamos escondidas a 14 niñas con otra hermana y, gracias a Dios, no les pasó nada.



Nuestro ideal, como decía nuestro fundador Daniel Comboni, es “salvar África con África”. Para nuestra Congregación es muy importante la formación de los jóvenes, así como que tengan su propio clero y catequistas, e incluso sus líderes en cada comunidad. En la zona donde estaba había hasta 50 comunidades locales.  A los padres no les era posible llegar a todas esas comunidades los domingos, por lo que esos líderes dirigían una Celebración de la Palabra que preparaban antes en la misión. En África se tiene sed de esta formación, se hacen muchos sacrificios para poder llegar a la misión, se recorren incluso muchos kilómetros a pie.

Después de tantos años de vida consagrada, puedo decir que merece la pena dar la vida por este ideal: Dios siempre da el ciento por uno, y lo he comprobado a lo largo de mi vida. En especial lo comprobé en el último ataque que viví en la misión de Chipene. En esos duros momentos Dios me dio una fuerza que no pensaba ni tener. Pasé mucho miedo, pero a la vez estaba muy serena y me dio una capacidad muy clara de cómo actuar.


Sor Ángeles López Hernández, misionera Comboniana