TESTIMONIO DEL SEMINARISTA ROMEO MINSABA
Me llamo Romeo Minsaba Jean Marcel, tengo 24 años. Soy
seminarista de la Diócesis de Idiofa en la República Democrática del Congo,
antes llamado Zaïre. Llevo ya casi 5 años de seminarista, después mis estudios
primarios, secundarios y humanitarios en el Seminario menor Santa Teresa del Niño
Jesús de mi diócesis, manifesté la voluntad de formarme para ser sacerdote. Decidí
escribir una carta a mi Obispo D. José Moko Ekanga, para pedir la admisión como
seminarista en su diócesis y empezar así los estudios apropiados que me
llevaran hasta el sacerdocio.
El Sr. Obispo me respondió afirmativamente y me envió a
estudiar filosofía en el Seminario Mayor San Agustín. Es un seminario
interdiocesano, que reúne cinco diócesis de nuestra provincia
eclesiástica. Estudié los tres años de filosofía y tras ellos tenía que hacer
un año de practica antes de empezar la Teología. Pero por sorpresa, mi
Obispo decidió mandarme, junto con un compañero, a estudiar la Teología a la Diócesis
de Cartagena, en el Seminario Mayor San Fulgencio.
La formación a la vida sacerdotal exige muchos sacrificios;
y conlleva unas dimensiones: intelectual, espiritual, humana, pastoral,
comunitaria.... y además cada seminario tiene sus costumbres. He encontrado
nuevas costumbres, que tenía que interiorizar, y una de ellas, es lo que voy a
contar: mi primera experiencia de pastoral en la parroquia de San José de
Sangonera la Seca.
El equipo de formadores del seminario, como todos los años, envía
a los seminaristas en diferentes lugares, como parroquias o residencias de los
ancianos... para así ayudar a los sacerdotes, los ancianos, los enfermos. Mi
primera, he hecho una experiencia inolvidable de la pastoral. Los equipos de
formadores del Seminario me mandaron con D. Francisco Azorín Martínez, párroco
de San José Sangonera la Seca. Mi tarea era ayudar los catequistas a la
catequesis, visitar los enfermos, ayudar a la misa, rezar las vísperas.
Al principio, tenía miedo, estaba nervioso. Ya que no se
hablar bien español, me preguntaba cómo voy a vivir con el sacerdote, cómo me
va a tratar... Reconozco que tenía muchas preocupaciones, pero desde el primer día
de la pastoral, y después al volver al Seminario, me sentía cómodo. Tenía dificultades para transmitir lo que
conozco a causa de la lengua. Pero los chicos de la catequesis han sido muy amables,
y son fantásticos he aprendido mucho de ellos, hasta he aprendido muchos
vocabularios con ellos.
Siempre he tenido el apoyo y la consideración del párroco.
Los catequistas, conociendo mi dificultad de la lengua me han animado a
seguir hablando con los chicos, corrigiéndome cuando era necesario. Me he
gustado mucho esta experiencia. Además, he participado casi a todas las
actividades muy importantes de la parroquia: visitando a los enfermos, cantando
villancicos por la calle con el Niño Jesús, el Belén viviente infantil, en la
Fiesta de San José y en otras muchas actividades.
He aprendido mucho del Párroco, me ayudado a usar el misal español, a
ayudar al altar, he aprendido la importancia de los archivos, e incluso he
aprendido a cómo realizar una partida del bautismo. Ahora, he terminado la
labor pastoral en esta parroquia; y he querido que mi Obispo, al llegar a
España, también visitará esta parroquia que me ha acogido, esto fue el pasado día
14 de mayo.
Doy gracias a Dios por todos los cristianos de esta
parroquia, a todos los chicos y chicas de la parroquia y también a mi formador
D. José Antonio, que nunca rechazaba cuando el párroco me invitaba a que fuera en
otros días no previstos. A D. Francisco Azorín Martínez, el párroco, quiero
decirle Gracias por todo, por su ayuda, por su apoyo. Que Dios les bendiga
siempre. Os pido que recéis siempre por nosotros, los seminaristas para que se
realice este largo proceso seamos verdaderamente, santos ministros y sacerdotes,
según el Corazón de Jesús. Nosotros también rezamos por todos vosotros. Gracias.