martes, 23 de diciembre de 2014
Nos preparamos para la Navidad
sábado, 20 de diciembre de 2014
Convivencia Familias Invencibles
martes, 2 de diciembre de 2014
Comienzo del Año de la Caridad
Además la providencia ha querido que durante este fin de semana los voluntarios de Caritas Parroquial participaran activamente en la recogida de alimentos organizado por la Federación Española de Banco de Alimentos. Desde aquí agradecemos y encomendamos a Dios esta hermosa labor de caridad que realiza estos hermanos nuestros.
viernes, 21 de noviembre de 2014
Eucaristía por Excmo. Y Rvdmo. Mons. Javier Azagra Labiano, Obispo de Cartagena
viernes, 14 de noviembre de 2014
ASAMBLEA GENERAL ORDIANRIA DE LA HERMANDAD DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
- Lectura y aprobación de las actas anteriores.
- Estado de cuentas y cuotas
- Actividades realizadas en semestre pasado y actividades a realizar en el próximo
- Presentación y acogida del nuevo Consiliario
- Ruegos y preguntas
martes, 28 de octubre de 2014
Testimonio H. Ventura
El Sr. Obispo confirma a nueve jóvenes y nueve adultos
El pasado sábado, el Obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, confirmó a un grupo de nueve jóvenes y nueve adultos en la parroquia de San José de la pedanía murciana de Sangonera la Seca.
Durante la homilía, el Sr. Obispo hizo mención al don que D. Francisco Azorín, como nuevo párroco, ha recibido en esta parroquia. También realizó una invitación muy clara a los confirmados de continuar siguiendo a Cristo. Algunos de estos jóvenes y adultos se encuentran ya vinculados en los grupos de Acción Católica General que hay en la parroquia.
“El grupo de jóvenes ha tenido la suerte de vivir la fe en este pequeño grupo desde que se preparaban para recibir la Primera Comunión, acompañados por su catequista Rosi. El grupo de adultos comenzó su formación más recientemente y fue gracias a la labor del anterior párroco de D. Manuel Verdú”, explica D. Francisco Azorín, que tomó posesión como párroco de San José el pasado 5 de septiembre.
Fuente. Delegación de Medios de la Diócesis de Cartagena. http://www.diocesisdecartagena.org/es/inicio/prensa/actualidad/noticias/noticiasDet.aspx?3c2cdfb4-6ec2-4f24-b25f-03e14ae15329
Foto: Campoy
lunes, 14 de abril de 2014
Horarios de Semana Santa
Sigue hablándonos de amor, de Servicio, de Entrega, de Vida…
10 de la mañana…… Oración de laudes y Sentido del día
6 de la tarde…………. Celebración de la Cena del Señor
11 de la noche……… Hora Santa
Viernes Santo
No es la impotencia de que se siente extenuado, sino la plegaria del que sabe que Dios es amor y digno de toda confianza...
Este día nos invita a contemplar el amor misterioso e inefable de Dios que se revela en la cruz, para que a ejemplo de Jesucristo que dio la vida por sus amigos, nos motivemos a vivir con alegría la cruz de Cristo. EN EL DÍA DESTACAMOS:
- Caminar con Cristo que va hacia la muerte con actitud de perdón y amor.
- Recorrer con él su camino de la cruz.
HORARIO DE CELEBRACIONES:
10 de la mañana…… Oración de laudes y Sentido del día
5 de la tarde…………. Celebración de la Muerte del Señor
Sábado. Vigilia Pascual
¡¡No está aquí, ha Resucitado!!
Cuando todo parecía perdido, acabado, sin sentido… Dios avaló, con la resurrección de Jesús, toda su vida y su mensaje.
No es el final feliz de una historia dramática, es mucho más. Es la confirmación del Reino de Dios anunciado y el comienzo de una situación nueva para el hombre.
No es solo la garantía moral de su doctrina, es mucho más. Es Jesús mismo el que sigue adelante y es él mismo, vivo y resucitado, el que es anunciado y predicado. Cada Pascua (y cada eucaristía) celebra este acontecimiento.
Como toda celebración cristiana hay en ella tres pasos que constituyen la realidad total de la Pascua de Jesús:
a. unos hechos de los que hace memoria,
b. una realidad actual que se afirma y se vive
c. y una tarea, interminable, hasta la plenitud del Reino anunciado.
Estos tres pasos, de ayer, de hoy y de mañana, forman el largo camino de la Pascua cristiana.
HORARIO DE CELEBRACIONES:
10 de la mañana…… Oración de laudes y Sentido del día
11 de la noche…………. VIGILIA PASCUAL
martes, 18 de marzo de 2014
Día de la Parroquia
Que ojalá sigamos caminando juntos, construyendo entre todos, en nuestro pueblo, la Civilización del Amor.
Si quieres ver todas las fotos haz “click” en esta.
martes, 4 de marzo de 2014
Mensaje de Cuaresma del Papa Francisco
Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cfr. 2 Cor 8, 9)
Queridos hermanos y hermanas:
Con ocasión de la Cuaresma os propongo algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para el camino personal y comunitario de conversión. Comienzo recordando las palabras de san Pablo: «Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza» (2 Cor 8, 9). El Apóstol se dirige a los cristianos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de san Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?
La gracia de Cristo
Ante todo, nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: «Siendo rico, se hizo pobre por vosotros…». Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se “vació”, para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15). ¡Qué gran misterio la encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto con nosotros. Jesús, en efecto, «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el pecado» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22).
La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino —dice san Pablo— «...para enriqueceros con su pobreza». No se trata de un juego de palabras ni de una expresión para causar sensación. Al contrario, es una síntesis de la lógica de Dios, la lógica del amor, la lógica de la Encarnación y la Cruz. Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica. ¡El amor de Cristo no es esto! Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace bautizar por Juan el Bautista, no lo hace porque necesita penitencia, conversión; lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros, pecadores, y cargar con el peso de nuestros pecados. Este es el camino que ha elegido para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria. Nos sorprende que el Apóstol diga que fuimos liberados no por medio de la riqueza de Cristo, sino por medio de su pobreza. Y, sin embargo, san Pablo conoce bien la «riqueza insondable de Cristo» (Ef 3, 8), «heredero de todo» (Heb 1, 2).
¿Qué es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abandonado medio muerto al borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss). Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros. La pobreza de Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios. La pobreza de Cristo es la mayor riqueza: la riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento, buscando siempre y solamente su voluntad y su gloria. Es rico como lo es un niño que se siente amado por sus padres y los ama, sin dudar ni un instante de su amor y su ternura. La riqueza de Jesús radica en el hecho de ser el Hijo, su relación única con el Padre es la prerrogativa soberana de este Mesías pobre. Cuando Jesús nos invita a tomar su “yugo llevadero”, nos invita a enriquecernos con esta “rica pobreza” y “pobre riqueza” suyas, a compartir con Él su espíritu filial y fraterno, a convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano Primogénito (cfr Rom 8, 29). Se ha dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos (L. Bloy); podríamos decir también que hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo.
Nuestro testimonio
Podríamos pensar que este “camino” de la pobreza fue el de Jesús, mientras que nosotros, que venimos después de Él, podemos salvar el mundo con los medios humanos adecuados. No es así. En toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y salvando el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres. La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo.
A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual. La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural. Frente a esta miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad.
En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo. Nuestros esfuerzos se orientan asimismo a encontrar el modo de que cesen en el mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en tantos casos, son el origen de la miseria. Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir.
No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía! ¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud. En estos casos la miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente. Esta forma de miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso. Dios es el único que verdaderamente salva y libera.
El Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual: en cada ambiente el cristiano está llamado a llevar el anuncio liberador de que existe el perdón del mal cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamente, siempre, y que estamos hechos para la comunión y para la vida eterna. ¡El Señor nos invita a anunciar con gozo este mensaje de misericordia y de esperanza! Es hermoso experimentar la alegría de extender esta buena nueva, de compartir el tesoro que se nos ha confiado, para consolar los corazones afligidos y dar esperanza a tantos hermanos y hermanas sumidos en el vacío. Se trata de seguir e imitar a Jesús, que fue en busca de los pobres y los pecadores como el pastor con la oveja perdida, y lo hizo lleno de amor. Unidos a Él, podemos abrir con valentía nuevos caminos de evangelización y promoción humana.
Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en la medida en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza. La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.
Que el Espíritu Santo, gracias al cual «[somos] como pobres, pero que enriquecen a muchos; como necesitados, pero poseyéndolo todo» (2 Cor 6, 10), sostenga nuestros propósitos y fortalezca en nosotros la atención y la responsabilidad ante la miseria humana, para que seamos misericordiosos y agentes de misericordia. Con este deseo, aseguro mi oración por todos los creyentes. Que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el camino cuaresmal. Os pido que recéis por mí. Que el Señor os bendiga y la Virgen os guarde.
Vaticano, 26 de diciembre de 2013
Fiesta de San Esteban, diácono y protomártir
FRANCISCO